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LA VIDA SIGUE

  • Johnson Falcón Angulo
  • 20 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 dic 2020

Fanny Maria Angulo Barrantes, es una joven que vive ya hace varios años en Apollo Beach, ciudad de Tampa, Florida Estados Unidos. Con el sudor de su frente, hace menos de un año logro llevar a sus padres, todo parecía andar color de rosa, hasta que la actual pandemia, generada en el oriente por no hervir bien el murciélago, la cogió por sorpresa, así que los planes de sol, playa y arene con sus padres se vio frustrado.


Al empezar la pandemia, fue horrible la experiencia, parecía un apocalipsis zombi, por seguridad, automáticamente todos los negocios cerraron. Ella, paso de un día de playa, a días encerrada en cuatro paredes. Sin restaurantes, sin bares, sin diversión, sin nada, solo ella y sus padres. Como era de esperase, solo los centros de abasto como supermercados, tenían sus puertas abiertas, pero con la entrada más limitada que zona vip de concierto de algún famoso, los cuales cerraban muy temprano, ya que se impuso un toque de queda y se tomaron todas las medidas necesarias, para salvaguardar la salud de todos, que hasta ahora es más preciada que esa Big MC que te quieres comer.


Fanny se encerró durante dos meses con sus padres, ya que ellos por edad, son personas vulnerables, a pesar de que las medias ya mencionadas, estas solo duraron dos semanas aproximadamente. Las personas no aguantaron el cambio repentino en su estilo de vida, que se armaron de valor, reclamando que las cosas sean como antes, pero tomando las medidas de seguridad como el uso obligatorio de mascarillas y micas protectoras.


El bolsillo de Fanny se vio afectado, estaba casi en cuidados intensivos, el trabajo se vino a pique, por lo que solo trabajaba unas pocas horas al día. Su responsabilidad era mucha, tenía a sus padres con ella. Pero su economía vio la luz, no para cruzar al más allá, sino que, el presidente Donald anaranjado Trump, mando la ayuda monetaria con una suma de, nada más y nada menos que 1200 dólares, eso fue como un electroshock que revivió su moribunda billetera.


Actualmente, poco a poquito, las actividades se están retomando, ella ya sale de casa más confiada. Bares, restaurantes, discotecas, playas, han abierto y como era de esperarse, Fanny ya se da sus escapadas, obviamente usando su mascarilla como medida de seguridad. Algunos locales no exigen su uso, mentalidad de gringos, pero la mayoría si, más aún los lugares latinos, donde se da una que otra rumba.

“Tratando de vivir normal, pero respetando la ley, así nos cuidamos todos.”



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